AUTORES


José Ant. Fernández, psicólogo y analista

EL TE-ATRIO DE LA ALHAMBRA

Sr. Director de IDEAL: Desde el pasado mes de febrero el suflé del Te-Atrio de la Alhambra ha ido inflándose sin que nadie haya explicado aún de manera sustancial que los 19.000 metros cuadrados que el Patronato tiene intención de reurbanizar en la colina de la Sábika están emplazados en el ámbito territorial que fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1984. Se ha guardado un preocupante silencio a pesar de que la construcción de esta faraónica sucursal comercial hispalense supone un desafío a la recomendación que el propio Comité de Unesco expresó en el acta de declaración y según la cual, los espacios que rodeaban al monumento deberían ser amplios para evitar, precisamente, que fueran perjudicados por construcciones modernas. Justo lo que Atrio es.

Estos argumentos son ahora papel mojado. La intervención urbana que plantean las autoridades a escasos 70 metros de las murallas supera en dimensiones al Palacio de Carlos V junto a los Palacios Nazaríes y omite también que el artículo 18 de la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español, establece que un bien declarado de Interés Cultural, como es el caso de la Alhambra y su territorio, es inseparable de su entorno y no se podrá proceder a su desplazamiento o remoción, salvo que resulte imprescindible por causas de fuerza mayor o interés social.

Al margen de las ideologías, Atrio implica un reto que trasciende lo político y llega a rozar una anormal realidad urbanística y administrativa. Por un lado, porque donde el Plan Director definía Atrio como un espacio abierto y ajardinado que serviría de abrigo al usuario encontramos una colosal infraestructura cerrada y subterránea. De otro, porque aunque las bases definían un área de actuación con forma irregular de 12.000 metros cuadrados, sobre la que debía construirse el pabellón de 5.400 metros cuadrados y se mencionaba la posibilidad de destinar una superficie equivalente a la ocupación en planta de la edificación para aparcamiento bajo rasante; la realidad es que la superficie construida superará los 16.000 metros cuadrados construidos y el aparcamiento alcanzará nada menos que los 8.000 metros cuadrados, mediante un uso extensivo de toda la parcela adyacente.

La razón de ser de este baile de cifras la encontramos en una cláusula incluida en las bases técnicas del concurso y que dice así: “El presente programa de necesidades, podrá ser modificado cualitativamente y cuantitativamente, a criterio del Patronato de la Alhambra y Generalife”. Es decir, por arte del birlibirloque las autoridades se reservaron el derecho de aumentar las superficies o cambiar los usos prácticamente a placer. Una circunstancia que podría transgredir el artículo 106 del Real Decreto Legislativo 3/2011, de 14 de noviembre, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Contratos del Sector Públicos y que establece que los contratos del sector público pueden modificarse siempre que en los pliegos o anuncios de la licitación se advierta expresamente de esta posibilidad y, además, se explicite de manera detallada, clara, precisa e inequívoca el alcance y límites de dichas modificaciones. Un grado de detalle que al parecer no recogían las mencionadas bases...

Carta publicada por IDEAL de Granada
23 de junio de 2015




Jesús Amaya, escritor y poeta

HUYAMOS DEL ARTIFICIO Y PONGAMOS EN LA ALHAMBRA EL CORAZÓN

10 RAZONES 
PARA DECIR NO AL ATRIO “PUERTA NUEVA” EN LA ALHAMBRA
10 SOLUCIONES 


El PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” presenta tres aspectos de evidente peligro para la Alhambra, el Generalife y su entorno:

1ª EL PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” afecta a terrenos incluidos en el perímetro delimitado en la Lista de Patrimonio Mundial y en el entorno del Bien de Interés Cultural.

2ª EL PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” estaría demasiado cerca – alrededor de 70 metros- de la muralla y la Acequia Real de la Alhambra.

3ª EL PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” pondría en grave riesgo la conservación de los valores históricos, patrimoniales y artísticos de la Alhambra, el Generalife y su entorno. El Plan Director concebía el Atrio como un espacio abierto ajardinado que debería dar respuesta a un programa de funcionalidades. Sin embargo, el proyecto ganador consiste en una infraestructura subterránea que reduce la masa vegetal y propone una distribución de los espacios, usos y dimensionados que no pueden justificarse considerando las actuales necesidades del monumento.

10 RAZONES, 10 SOLUCIONES

PARA DECIR NO AL ATRIO “PUERTA NUEVA” EN LA ALHAMBRA
HUYAMOS DEL ARTIFICIO Y PONGAMOS EN LA ALHAMBRA EL CORAZÓN

1.- Una razón para justificar la necesidad del PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” parece ser la ubicación de las taquillas.

Las taquillas están en un lugar equivocado. Los visitantes de la Alhambra, después de sacar su “entrada” deben recorrer, en sentido contrario, una distancia considerable – cerca de 600 metros- para llegar a la puerta que les permita acceder a los palacios nazaríes. Teniendo en cuenta que la mayor parte de las entradas son obtenidas por medios electrónicos, vía Internet, las taquillas no son necesarias, deben desaparecer del lugar en el que se encuentran actualmente.

Solución:

Establecer una oficina oficial de la Alhambra, para las taquillas y otros menesteres, en los bajos del edificio del antiguo Banco Santander, plaza Isabel la Católica, 1.

¡¡¡NO AL PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” EN LA ALHAMBRA!!!
HUYAMOS DEL ARTIFICIO Y PONGAMOS EN LA ALHAMBRA EL CORAZÓN

2.- Una razón para justificar la necesidad del PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” parece ser el tema de las colas de visitantes.

La única cola que realmente forman los visitantes es a la entrada a los palacios nazaríes. Evidentemente estar en dicha cola en días de frío o calor es bastante incómodo.

Solución:

Acceder a los palacios nazaríes a través del palacio de Carlos V. La cola de estaría protegida por la galería baja del patio, los visitantes bajarían las escaleras hasta la cripta y desde esta comenzarían la visita como se hace habitualmente, entrando por El Mexuar y el Oratorio.

¡¡¡NO AL PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” EN LA ALHAMBRA!!!
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3.- Una razón para justificar la necesidad del PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” parece ser el tema de la recepción y atención a los visitantes.

Muchos visitantes de la Alhambra necesitan el servicio de guía o intérpretes. Vale, de acuerdo; tranquilo, oiga, quieto parao.

Solución:

Establecer un buen servicio de audioguías, guías e intérpretes en la oficina oficial de la Alhambra de los bajos del edificio del antiguo Banco Santander, plaza Isabel la Católica, 1. Aquí los visitantes recibirían la pertinente información e iniciarían el acceso al monumento de la forma siguiente:

Mediante un sistema de microbuses con propulsión eléctrica.

El acceso sería de dos formas:

a) Recoger a los visitantes en la Plaza Nueva, subir por la cuesta de Gomérez, atravesar la Puerta de los Carros y dejarlos en la zona del palacio de Carlos V.

b) Recoger a los visitantes en la plaza plaza Isabel la Católica, 1, subir por la calle Pavaneras, calle Molinos, la Cuesta del Caidero, atravesar la Puerta de los Carros y dejarlos en la zona del palacio de Carlos V.

¡¡¡NO AL PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” EN LA ALHAMBRA!!!
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4.- Una razón para justificar la necesidad del PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” parece ser la necesidad de nuevos aparcamientos para solucionar el acceso de visitantes.

En épocas de mayor afluencia turística de las 4 zonas de aparcamiento de vehículos tan sólo se llenan completamente el P-1 y el P-2, es decir, las más cercanas a la zona de las taquillas. Es innecesario el mamotreto de aparcamientos subterráneos previstos. Al suprimir las taquillas de la entrada al Generalife, con las actuales zonas de aparcamiento es suficiente.

Además los nuevos aparcamientos y el apeadero de autobuses aproximan excesivamente el tráfico rodado al monumento y contribuyen a fomentar el acceso en vehículo privado, en detrimento del acceso peatonal.

Solución:

Mantener las actuales zonas de aparcamiento. Además, el arbolado y los arbustos disminuyen el desagradable impacto de esta zona inanimada.

¡¡¡NO AL PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” EN LA ALHAMBRA!!!
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5.- Una razón para justificar la necesidad del PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” parece ser la construcción de un espacio moderno que permitiría acercarse a las taquillas y poder ver la Alhambra desde otra perspectiva.

Lo que eran al principio una construcción de 5.400 metros cuadrados semienterrados ya van por 22.000 metros cuadrados de solar y sobre ese 19.000 metros cuadrados construidos en varias plantas ( dos eran al principio, ahora son cuatro).

Para construir semejante adefesio hay que arrasar toda la masa arbórea y vegetal con casi 20 años de vida, vegetación que ha sido previamente protegida, por un plan que la propia institución ha redactado y aprobado (Plan Director Alhambra).

La vista del Generalife y la Alhambra al fondo sería completamente imposible. Ante la Puerta Nueva nos encontraríamos la visión de un muro de cemento de no menos de 10 metros de altura: La innovación urbana implica grandes excavaciones junto con la elevación de la cota del terreno de, al menos, 10 metros sobre la actual rasante, lo que alterará de forma drástica la topografía natural de la zona.

Además, dónde ubicar la imprescindible fábrica de cemento, hormigón y otras armas. No es posible subir a través de la autovía, con miles de camiones contenedores, la ingente cantidad de cemento y materiales necesarios para construir el Atrio: atascos, contaminación, entrada al cementerio de san José, etc…

Solución:

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6.- Una razón para justificar la necesidad del PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” parece ser la construcción de un auditorio.

Granada tiene a escasos 300 metros de la zona pensada para el Atrio uno de los mejores auditorios de España y Europa: el Auditorio Manuel de Falla

Solución:

Invertir el dinero pensado para la construcción de este auditorio en la reforma de la sala Federico García Lorca del Palacio de Exposiciones y Congresos de Granada para convertirla en el necesario Teatro de la Ópera de Granada (capacidad de hasta 2.500 espectadores).

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7.- Una razón para justificar la necesidad del PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” parece ser la económica mediante la construcción de comercios de temática turística.

Este aspecto perjudicaría notablemente al comercio granadino en general. Los turistas no bajarían a la ciudad y seguiría funcionando el desastroso plan que imponen muchos tour operadores: traer a los visitantes desde cualquier localidad de Andalucía a través de la autovía -sin detenerse en la ciudad- y finalizada la visita a la Alhambra emprender el regreso por idéntica vía. Por lo tanto, los nuevos servicios que incorpora Atrio contribuirían a aislar el monumento de la ciudad disminuyendo los efectos positivos que la Alhambra repercute sobre la economía del municipio.

Solución:

Adecuar las actuales instalaciones y crear con otras nuevas en la zona de las taquillas que no son necesarias ya que la adquisición de las entradas se haría exclusivamente por Internet.

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8.- Una razón para justificar la necesidad del PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” parece ser la construcción de una puerta nueva para la Alhambra

La Alhambra no necesita otra puerta. Generalmente se entra a los lugares por la parte delantera de los mismos no por la parte trasera. A la Alhambra se entra desde la Puerta de la Justicia o atravesando la Puerta de los Carros, no por la entrada al Generalife.

Si la Alhambra genera 490.000.000 de euros para Granada y 750.000.000 de euros para toda Andalucía (http://www.ideal.es/granada/20130417/local/granada/alhambra-genera-millones-euros-201304171502.html) es fácil solucionar el asunto de puertas nuevas para el acceso de visitantes.

Solución:

Abrir un acceso natural desde el Hotel Reuma por su conexión directa con la Cuesta de los Chinos.

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9.- Una razón para justificar la necesidad del PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” parece ser la necesidad de modelnizar el entorno.

El Estatuto de Autonomía de Andalucía recoge el derecho a “vivir en un medio ambiente equilibrado, sostenible saludable, así como a disfrutar de los recursos naturales, del entorno y el paisaje en condiciones de igualdad, debiendo hacer un uso responsable del mismo para evitar su deterioro y conservarlo para generaciones futuras”.

La Alhambra se configura como un paisaje cultural de alto valor patrimonial con claves decisivas respecto a lo monumental presentando, al mismo tiempo, una visión muy atractiva desde la biodiversidad.

Si altera su entorno se causa un impacto en el mismo bien protegido. La Alhambra y el Generalife no son sólo sus palacios y su muralla o sus jardines, son también el Cerro del Sol, el Cerro del Oro, la Sabika, las Dehesas del Generalife, el Valle del Darro y los Alixares.

Solución:

Como la construcción de Atrio implica destruir el actual patrimonio arquitectónico-arbóreo-paisajístico incluido en el catálogo de Bienes Patrimoniales del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico:

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10.- Una razón para justificar la necesidad del PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” parece ser la “razón escondida”.


El PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” EN LA ALHAMBRA es un pelotazo urbanístico. Puro y duro. No es otra cosa. El presupuesto inicial de 11 millones se ha incrementado hasta los 45 millones de euros… «Y lo que te rondaré morena»

Solución:

¡¡¡NO AL PROYECTO ATRIO “PUERTA NUEVA” EN LA ALHAMBRA!!!
HUYAMOS DEL ARTIFICIO Y PONGAMOS EN LA ALHAMBRA EL CORAZÓN


Jesús Amaya



Sau b. Meral. Arquitecto Paisajista
Lo que bien sabemos todos, y en este caso usaré la definición del historiador belga Henri Pirenne, “La ciudad medieval es una comuna comercial e industrial que habitaba dentro de un recinto fortificado, gozando de una ley, una administración y una jurisprudencia excepcionales que hacían de ella una personalidad colectiva privilegiada”.

Nuestra querida Alhambra, como ciudad palatina bien se podría enmarcar dentro de esta definición, y por mera lógica y conocimiento, si hay fortificación hay puertas.  

La puerta no es solo quicio de entrada. En ella se han establecido miles de relaciones a lo largo de los tiempos y siempre ha gozado de fuerte simbolismo. Las puertas, tan estáticas siempre, no dejan de hablarnos de un ir y venir, porque siempre hacen referencia a lo peculiar, a lo distinto del espacio al que dan acceso... habiendo también un curioso e interesante matiz: puerta y umbral van unidos pero no son lo mismo; en ninguna cultura se mezclan una y otro: la puerta apunta, en efecto, al dinamismo del transeúnte, mientras que el umbral es el que tanto le informa de las cualidades de ese espacio como pone los cimientos, de esos rasgos que hacen único el lugar (ése es el motivo por el que Jano, dios de los umbrales en la mitología latina, tuviese el alto rango que tenía).

El tiempo pasa, y “la puerta  a las ciudades” va mutando de forma. Hubo una época, en que las mismas estaciones de tren simbolizaban ese lugar de entrada y es por ello por lo que se monumentalizan. Hoy en día, con la llegada del automóvil, las mismas se difuminan y en algunos casos son meras rotondas que alcaldes y demás intentan “monumentalizar” de miles de formas. Hay puertas, pero no umbrales.

Volviendo al tema Alhambra, no conozco aun a ningún granadino que no quisiera que el turista accediera a la misma desde la ciudad, pues conllevaría muchos beneficios y no solo eso, es la forma más bella de aproximarse a nuestro espectacular monumento. Pero desde el momento en que se construye en la ladera roja un parking de más de 500 plazas de garaje con una extensión superior a los palacios nazaríes…

Gracioso seria, y ahora que esta tan de moda lo griego, que en Atenas se construyeran plazas de aparcamiento a escasos metros del Partenón… porque poco más de la ciudad,  irían a ver los miles de cruceristas que viajan por las islas griegas.

Dicho esto, este escrito viene a colación de la polémica suscitada en estos momentos en Granada por el proyecto “Puerta Nueva” de los Maestros Siza y Juan Domingo. “La Alhambra no es una creación ideal anclada en el medievo, sino un paisaje vivido, interpretado y, por supuesto, modificado a lo largo de la historia

Con el modelo actual de “Alhambra” que tenemos, no podemos dejar que la “Puerta de entrada” a la misma de los miles y miles de personas que llegan a nuestra ciudad sea el pabellón actual, pues es ya altamente insuficiente en todos los aspectos, puede servir de puerta con gran dificultad, pero no de umbral.

Evidentemente nunca llueve a gusto de todos. Seguro muchos dirán que la pirámide de cristal del Louvre es un pastiche al lado del palacio clásico… Pero este no es el caso, conociendo bien el proyecto y la sensibilidad de ambos.

Evidentemente soy consciente de que esta obra parte de una necesidad que hemos creado entre todos. Y a modo irónico cito una frase de un texto clásico árabe:

Un lugar donde unos entran y otros salen, no es un palacio, sino una hostería”.


Saul Meral
Arquitecto y Paisajista
(Publicado por IDEAL de Granada)




Un día abrí el periódico y no di crédito a la noticia: El proyecto del Atrio de la Alhambra.
La propuesta presentada por los que saben -eso dicen-, una caterva internacional de modelnos y estirados artistas constructores de las tinieblas, será ejecutada si el movimiento ciudadano no lo impide. 

Estoy pensando cómo defender a la más Bella de “La Colina Roja”. 

Quiero ser optimista , «se habrán equivocado», me digo, y como no me fío de los modelnos y estirados artistas constructores de las tinieblas quiero expresar mi creencia en la bondad, en la belleza, en la grandeza del gesto; que prefiero escuchar el silencio del aire que la lista de comentarios con que los arrogantes defienden la propuesta de construir un sudario de cemento frente a la arquitectura nazarí y renacentista.

Estoy pensando en una ciudad ninguneada —una vez más— por la oficialidad, esa corte de funcionarios —crueles sin límite— colocados a dedo por su fidelidad al aparato del partido.
El Atrio en la Alhambra o Puerta Nueva, es una idea espantosa, un atentado urbanístico, una equivocación brutal, al tratarse de un:

SUDARIO DE CEMENTO
FRENTE A LA 
ARQUITECTURA NAZARÍ Y RENACENTISTA

— 4.000 metros cuadrados de cemento, una construcción de tamaño faraónico que acogerá: un centro de acogida e información a visitantes, auditorio, restaurantes, guarderías y tiendas.

— 45 millones de euros para construir un adefesio, cuando la ciudad de Granada necesita, por decir algo, bibliotecas en los barrios ( la de Las Palomas, por ejemplo, cerrada, a cal y canto, en el barrio del Zaidín), hospitales de barrio, viviendas para personas necesitadas, y , por decir otra vez algo: un Teatro de la Ópera (construir el Atrio supera 5 veces más el costo del Teatro de la Maestranza de Sevilla, 9,6 millones de euros del año 1986, eso sí.)

Estoy pensando en la propuesta de ese grupo de modelnos y estirados artistas constructores de las tinieblas capaz de destrozar definitivamente la poesía del entorno que da entrada a la Alhambra porque sí, porque juegan al infierno y canalizan sus carencias de sensibilidad por vaya usted a saber qué razones o porque sencillamente necesitan la publicidad que creen merecerse.

Estoy pensando en la más Bella de “La Colina Roja” asfixiada por una explanada de cemento soterrada por una fosa preñada de nichos, alejándose definitivamente de la ciudad de Granada.

Estoy pensando en una ciudad ausente y ninguneada por los responsables de las arcas recaudatorias afincadas en el Poniente, en una ciudad sola y abandonada, sin florencia (linda como la flor) ni bulevares románticos, sin ternura para el arte y enemiga de sus artistas. Una ciudad rara.

Estoy pensando en todos los que viven a costa de la Alhambra, y me pregunto si la antesala de su muerte será ese Atrio de cemento, y pienso en mí mismo, y expreso mi horror, y mi grito:

«NO AL ATRIO EN LA MÁS BELLA DE LA COLINA ROJA»
«NO AL ATRIO DE LA ALHAMBRA»

antes de que llegue el momento de guardar silencio para siempre. 

Que no le tiren piedras a la más Bella de “La Colina Roja”, que no la disfracen con el sudario blanco de la muerte, que no la acosen enemigos declarados, que no le escupan desde la oficialidad, que no la maten los modelnos y estirados artistas constructores de las tinieblas, esos gestores indecentes con sus profecías de modelnidad y falsa progresía de cristal, cemento y líneas rectas, que la desfigurarán tan gravemente que será difícil reconocerla cuando vayamos a su encuentro. 

Cómo llenarte, soledad, 
sino contigo misma... 
(Luis Cernuda)

¿Cómo volveremos a ella y no sentir el inmenso dolor ante el secuestro de sus voces de agua, no volver a contemplar la luz y la ternura de sus adarves? 

Se me aparece la Alhambra en un ascua encendida de dolor, maltratada en alto, anclada en un infierno de hierro y cemento como un muerto ahogado en una ciénaga fangosa y gris, encarcelada como una luna ahogada y sin tiempo, desfigurada por un desierto de cemento, cicatrizada por el virus atroz de la progresía sin alma? Se me aparece atrapada. ¿Quién hablará de ella? ¿Cómo serán nuestras pisadas al recorrerla? ¿Cuál será el sonido de los nuevos aires que la cimbreen? 

Buscaré en las calles y en la magia rebelde de los aires, palabras únicas que digan toda la verdad. Y aunque esté solo ante la tormenta, atado a mi cometa, solo como nunca he estado, mirando a todos los ojos, desde el centro de mi pecho y aunque sienta el temblor de quien no es escuchado en su verdad, seguiré adelante buscando el modo de convencer a los gestores del adefesio del Atrio de la Alhambra para que antes que se presente el espejo de los días, renuncien a su proyecto y que la Alhambra siga latiendo en el corazón luminoso de la ciudad de Granada.

Hicimos descender 
el cielo a la existencia. 
(Ibn Arabi , s. XII-XIII)

No a los modelnos y estirados artistas constructores de las tinieblas trazando el adefesio de cemento, cristal y línea recta, sudario de muerte para la Alhambra, buscando el reconocimiento de la progresía más esnob –pijos y pijas- que al mismo tiempo que no creen en la obra proyectada y por mor de lo que ahora se tercia les babearán bajo palio. 

No al politiquillo innoble que desde sus despachos oficiales destripan el cajero del monumento y luego enfilan los euros hacia las arcas recaudatorias instaladas allá en el Poniente, justificándose, <<osea, joder, es que el diseño es lo más de lo más>> al tiempo que dictan la necrológica del próximo cadáver.

No al funcionario modelno, rendido al aparato del partido, amante del escarnio y de la sangre fresca, que sigue dando golpes a una ciudad tan maltratada desde la oficialidad. 

No al adivino que examina las entrañas de la más Bella de “La Colina Roja” sacrificándola, alejándola de la ciudad y secuestrándole los turistas: ya no tendrán que bajar a la ciudad de Granada para disfrutar de su oferta comercial y de restauración, todo queda en casa, en las entrañas del Atrio, bajo la explanada de cemento.

Sí a la voz del amante de la más Bella de “La Colina Roja”. Ser una persona en este tiempo tan feo, tan hipermodelno, aunque digan que es apasionante, exige que aprendamos a llamar a cada problema, cada amargura, cada nostalgia, por su nombre:

El Atrio es un atentado contra la Alhambra 
contra la ciudad de Granada.

Ya no vale con solo suspirar, aunque ayude, hay que encuadrar cada acontecimiento en su lugar, en su contexto. Sé que estas palabras les resultarán bobadas a quien tiene la sartén del politiqueo por el mango.
El Atrio de la Alhambra constituye una extraña amalgama de despropósitos que los ciudadanos no acabamos de digerir, y antes de que resulte lo inevitable, llamo:

VIDA, FELICIDAD y PARAÍSO a la Alhambra,
PUTADA Y ABISMO al Atrio 

proyectado por los modelnos y estirados artistas constructores de las tinieblas.

Jesús Amaya
Poeta, escritor y profesor de las Escuelas del Ave María.






Fernando de Villena, escritor.

Los partidos y la Alhambra

Se han celebrado elecciones municipales y las posiciones de los diversos partidos políticos sobre un asunto que puede influir muchísimo en la vida de nuestra ciudad, no sólo durante nuestra generación y la de nuestros hijos sino mucho más allá en el tiempo, aún no han sido suficientemente aclaradas por ninguno de ellos.

Conste, de antemano, que el proyecto de nuevos accesos a la Alhambra no me parece una cuestión de izquierdas o de derechas, sino de sentido común. Y es así porque:

  1. Se trata de un proyecto completamente innecesario, faraónico y costosísimo, en un momento en el que nuestro país tiene una tasa de paro  y desahucios aterradora y uno de cada tres niños vive en el umbral de la pobreza. Sólo a los dos arquitectos que han diseñado el proyecto se les ha pagado ya 1.791.581,40 euros (sin IVA). Y el proyecto está presupuestado en 45 millones. ¿Quién se lucrará con todo esto?  ¿Quién se llevará comisiones escandalosas? ¿Es esta la política social que precisa nuestro país en estos momentos?
  2. Es evidente que el proyecto supondrá un perjuicio innegable para todo el pequeño y mediano comercio de la ciudad.
  3. Conllevará modificar gran parte del entorno de la Alhambra pues la superficie del proyecto es casi tan grande como la del monumento y sus jardines. Imagínense lo que puede suponer una obra de semejante envergadura con el correspondiente movimiento de tierras, en zona protegida, al lado de un monumento tan frágil y sutil, y lo que afectará a toda la vegetación de alrededor de la Alhambra.

Hace unos días leí que el proyecto estaba siendo presentado a lo grande en Oslo y, a lo mejor parezco muy provinciano, pero yo me pregunté: ¿Qué tiene que ver Oslo con destrozar la Alhambra? ¿En viajes como esos se van los dineros públicos?

¡No! El asunto no debe decidirse en Oslo ni siquiera en Sevilla, sino en Granada y por todos los granadinos. Por ello pediría a los cabezas de lista de los distintos partidos que, sin ambigüedades, expresasen ahora cuál va a ser su posición respecto a algo tan fundamental e incluso si defenderán esa posición a la hora de los posibles pactos postelectorales.

Fernando de Villena.







Francisco Lopera, escritor

Carta de un disidente de la modernidad

Decir parecer y sentimiento a veces cuesta un gran esfuerzo de ecuanimidad para no contaminar la realidad con el deseo, y que aquello que uno ve no sea una deformación, un engaño de los dioses que se empeñan en confundirnos, según dice algún clásico. Permítaseme lo innecesario de nombrarlo.

Entro a la Alhambra por la puerta de siempre, la de la Justicia. Mi admiración por que el logro de aunar funcionalidad y estética se mantenga intacto desde que tengo uso de razón, o mejor, memoria, para no molestar a nadie. 

Me encaminé por terrizos compactos y piedras centenarias, por mármoles y yeserías, jardines, celosías, fuentes; atravesé palacios, patios, salas, escuché morosamente el agua discurrir, casi callada, llorosa casi. Me impregné del paisaje próximo, del encanto alrededor ceñido todo por torres y murallas.

Me dije estar soñando al recrear el tiempo de 1000 años, casi intacto, testigo infatigable propuesta de califas y alarifes.

Hube de acabar aquel paseo, continué a espacios más abiertos. No faltó ni la flor, ni el agua, ni el palacio: el bosque entretejía todo el conjunto urbano y palaciego, alcancé el Generalife con un sobresalto.

Llegué el sur de aquel recinto. De nuevo una puerta señalara a término la nueva entrada, la salida. Me admiré, más en contrario: sólo vi piedra desmedida, nórdico lugar, desemejanza. Creí soñar, pues pura pesadilla me encogía el alma. Me quería dar la bienvenida, trasladarme a subterráneos, a luces sin medida, a la asepsia infinita de la nada.

Pregunté por ella, alguien embobado contestó, es ella, es la otra puerta: el Atrio de la  Alhambra, la solución final que ha de integrar a todo descreído a todo disidente de la modernidad. 
Asentí: comprendo.

En fin, venga este cuento a cuento, y perdóneseme el atrevimiento por parte de los especialistas: quiero decir de los que los cuentan bien, pues yo sólo pretendo que sea apenas una brevería introductoria para decir algún apunte al respecto.

He asistido al rifirrafe sobre el Nuevo Atrio de la Alhambra, al que hay quien tacha –al rifirrafe- de oportunismo político porque surgió durante el tiempo anterior a la campaña previa a las elecciones autonómica de Andalucía. La presentación en sí del proyecto ya definido en esas fechas quizás determinara el comienzo de toda la polémica, y no por otra cuestión, sino la del hecho en sí de que el Patronato de la Alhambra determinó dar a la luz de los votantes en esos momentos delicados. Seguramente sí, fue oportunismo.

He procurado empaparme de todas las cuestiones, comprender cifras, lugares, estilos, oportunidad, necesidad, alternativas, es decir, quiero entender….. y no puedo.

No puedo entender mucho más allá de una cuestión estética que ha sido enmarcada por la historia tan sabiamente, que la Alhambra, dígase su nombre sin más adornos, adjetivos, adverbios, grandilocuencia vana, quiera cerrársele al sur con una arquitectura disonante donde las haya, con un Atrio, imponente, sí,  a medias subterráneo, a medias ocupante de los alrededores en superficie que sigue siendo Alhambra, recinto antiguo, lugar de excavación ordenada, tumba segura de los ancestros, lugar de misterios aún por revelar.

A las cifras comparativas que se manejan por los entendidos interesados en que prospere el proyecto, nada que aducir técnicamente, no soy yo el adecuado, aunque sé que existen razones de quienes, con similares herramientas del conocimiento, las rebaten, contravienen, abjuran de ellas. Al argumentario de que el coste de  esta obra “sólo” ascenderá a la módica cantidad de 50 millones de euros (vengan de Berlín o Pernambuco), o sea, algo así como 8.000 (ocho mil) millones de pesetas (lo siento, tengo la manía de convertir para centrarme mejor en el valor de lo que digo), a esos argumentos de que esta cifra es un tercio, o mitad, o cuarto y mitad de lo que costó la pirámide del Louvre, o la remodelación del castillo del Señor de los Anillos, o yo qué sé arbitrariedad semejante, habría que comprobar, si esas obras pseudofaraónicas debieron costar eso o menos, o si esta del Atrio está ajustada a precios, o incluso si no habría sorpresas cuando avance el proyecto y la obra se detenga por un quíteme allá esas pajas de los muertos que aparezcan pidiendo redención después de tantos años.

Me pregunto si esta es la oportunidad que toda obra implica para ejecutar el proyecto, y también me pregunto sobre su necesidad. Según las razones al respecto en la antesala del proyecto, es necesario atender a 2,5 millones de visitantes anuales del conjunto nazarí, para que estén cómodamente, a cubierto, abrigados, mientras hacen cola para obtener su entrada. Eso está bien pensado, aunque parece que se da contra el filo de otras noticias oficiales por las que se declara, como gran logro, la venta anticipada de entradas en cajeros de cierta entidad financiera, la cual alcanzaría, perdón si me excedo, el 80 % de las mismas. Por otra parte, el número de demandantes de entradas en taquilla es hoy muy pequeño según la realidad en las mismas. Sólo hay que pasarse por allí, mirar y ver.
Es más, si hay colas, que las hay (horrible palabra propia de tiempos de carestías), es en el acceso a los palacios, actualmente, entre los del Emperador y Machuca, y eso sí que sería urgente de solventar para el bienestar del visitante.

Entonces, si ya no se aconseja saturar el recinto con más visitantes de esos 2,5 millones, que inevitablemente contribuyen a un progresivo deterior del mismo, a qué aumentar el efecto llamada al mismo, la creación de áreas de acogimiento multitudinario, a qué la pretensión de reunir a tanta gente en un mismo sitio, cuando por razones de seguridad, higiene, salud etc, no conviene hacer alardes, igual que si se tratara de preparar instalaciones para un concierto de música exitoso.

Durante el itinerario de presentación del proyecto por varias ciudades europeas, hasta su llegada de vuelta a Granada, ha sufrido numerosas modificaciones, aumentos de espacios afectados, instalaciones, servicios como restaurantes, salas de conferencias, etc, que se han ido incorporando subrepticiamente. Cuando ha llegado de vuelta ya no lo reconoce ni siquiera, al parecer, los componentes del Municipio en el Patronato, lo cual ha ocasionado el rechazo de fuerzas políticas tan opuestas en ideario como IU y PP, UPyD y Ciudadanos, si bien es cierto que los más afines, compañeros de viaje de los responsables de aquél, no se oponen al Atrio, o no lo manifiestan fuera de su pensamiento.

En el proyecto se incluyen numerosas plazas de aparcamiento, es decir, más de 300, y en el exterior, junto a la actual rotonda de acceso, hay actualmente espacios de aparcamiento vacíos. Muchos.
La vegetación que ya se integra en el paisaje natural, será destruida, directamente, a cambio de macetones que deberán crecer durante muchos años para que pudiera hablarse de cubierta vegetal. El proyecto habla de integrarse en la vegetación, lo cual parece toda una ironía.

El largo proceso de construcción, que podría alcanzar los 5 años, incluye movimientos de tierras en zonas sensibles que se supone están protegidas por ley, como los Alisares y sus inmediaciones, y los daños económicos correspondientes para los establecimientos hoteleros de las cercanías.
Pero no quiero incurrir en desacato, ni plantearme las cuestiones técnicas que abruman con números que contribuyen casi más a la incomprensión que a la racionalidad, he hecho un ejercicio de abstracción sobre maquetas y montajes fotográficos del nuevo conjunto de obras, y al comprobar que desde este futuro lugar, ya arrasado, desde esa arquitectura futurista, seguramente impecable en otro paisaje, aquí, sin transición, en unos 200 metros, accederemos al conjunto de palacios medievales nazaríes, a la ciudadela, a los jardines, de un lugar que nada tienen que ver con la Entrada, con el Atrio infausto que nos proponen. Y a pesar de todo he escuchado alguna versión de que hay una integración total, entre linealidad de lienzos y cubos de murallas, con los edificios propuestos, más propios de la Bauhaus, me parece.

Hasta aquí los argumentos estéticos de estilo e historia que humildemente he procurado asimilar, y que me hacen estar en posición de desacuerdo con el actual proyecto del Atrio, incluso de prudencia, oportunidad y necesidad de los que dudo. Y, aunque, según palabras del propio Siza, coautor principal del proyecto, “hoy, bajo el escrutinio público, sucede que el ejercicio de la arquitectura está muy convulso debido a la involución política y, por tanto, siempre se despierta cierta polémica”, creo que debemos abstraernos de tales cuestiones, discutir lo que haya que discutir, escuchar las distintas opiniones sin que sea necesario recurrir a la amenaza de judicializar el proceso de discusión, que debe existir y fomentarse, porque esta no es cuestión técnica o de dirección política sólo, sino, sobre todo, de los granadinos, de los que aquí vivimos cada día y tenemos como referente visual, emocional, y patrimonio, la Alhambra y sus alrededores..

De nuevo pido disculpas, ahora por la extensión de este medio cuento, de estas cuentas que son más propias del Gran Capitán. Pero no quiero terminar sin comparar este acto de audacia política y soberbia técnica, no quiero pensar que se me quede en la cabeza un nombre apropiado para esta Puerta, en contraposición a la preciosidad de la Justicia, como el de la Injusticia, o la de los Horrores.

Francisco Lopera


Jose Luis Gärtner, escritor

¿Es necesaria la entrada a la Alhambra?

Cuando entro en mi casa soy consciente de estar accediendo en un espacio donde no hay más límites que los de mi propia imaginación. Estar dentro de mi domicilio es -al menos de forma metafórica- como  entrar en mi mente, ese lugar donde la libertad es poco menos que incuestionable. 

Podría pintar el interior de mi vivienda de color rosa fucsia sin ofender a nadie, aparte de a mi mismo, por supuesto. Podría desvalijarla como sucedía en aquel cuento de Italo Calvino en el que todos los ciudadanos eran ladrones, o derribar todos los tabiques interiores, o desmontar electrodomésticos y vaciar armarios, sin que todo ello suponga una afrenta a terceros. Podría, incluso, sentarme a contemplar cómo la hemorragia del tiempo reseca mi existencia sin que nadie me lo reprochara. Es la ventaja que tienen los espacios llamados “privados”. Los inconvenientes son cosa mía, y además se salen del tema. 

Otra cuestión diferente es lo que debería suceder con los espacios denominados “públicos”; esos lugares que, al pertenecer -al menos en teoría- a la colectividad, están sujetos a la tutela de la autoridad competente, porque alguien se tiene que hacer cargo y porque las cosas importantes no se pueden dejar de la mano de Dios.

Ahora bien, cuando se da el caso de que la autoridad competente empieza a mostrar evidentes signos de incompetencia a la hora de intervenir dichos espacios públicos, ¿sobre qué hombros caerá la responsabilidad del fracaso? Dicho de otra manera: ¿quién paga los platos rotos cuando la vajilla de porcelana que ha sido concienzudamente machacada era propiedad de todos?

Y cuando digo todos, digo todos; incluso de aquellos que se escaquean del fisco. Esa delicada vajilla a que me refiero no es otra cosa que el conjunto de la Alhambra, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1984 por la UNESCO. En realidad, este dato no significa nada si los que gozamos de la cercanía de tan mágico lugar seguimos rehuyendo el compromiso que deberíamos asimilar como parte de nuestro fuero interno. 

Por aquello de que la autoridad competente tiene la competencia de gestionar lo que es de todos, se creó ese batiburrillo político y administrativo llamado “Patronato”. El citado Patronato de la Alhambra y el Generalife ha realizado tareas de conservación y recuperación (no me olvidaré del gran acierto que es a día de hoy la restauración del Patio de los Leones) amén de exposiciones, festivales y nuevos equipamientos que han servido para añadir vida a este inmenso poema que corona la colina roja. 

Otra cuestión diferente es lo que debería suceder con los espacios denominados “públicos”; esos lugares que, al pertenecer -al menos en teoría- a la colectividad, están sujetos a la tutela de la autoridad competente[...]

Pero este mismo Patronato que tantas cosas buenas realizó, ha considerado importante incrustar unas cuantas toneladas de hormigón en el lugar donde hoy se ha habilitado la entrada principal del monumento. 

La cuestión estética, como todos sabemos, es esencialmente subjetiva. Es posible que todo ese hormigón que se proyecta tenga su aquel para los promotores; de eso no me cabe la menor duda. Pero no puedo dejar de preguntarme si este dispendio de dinero y suelo público, en medio de una espantosa crisis económica, es absolutamente necesario. ¿Mejorará, tal vez, la Alhambra por tener un anejo diseñado por un laureado arquitecto? ¿Mejorarían los castillos de Babiera si les endosaran un puente de Calatrava? ¿Mejoraría la Plaza Vieja de Praga si en el centro irrumpiera una cúpula diáfana de Foster? ¿Sería más atractivo el Taj Majal si le adosáramos un centro de interpretación concebido por Campo Baeza? ¿Quedaría más bonita la Puerta de Ishtar si Guerrero la hubiera pintado de rojo cadmio?

Ya sé que estoy extrapolando la cuestión que (a algunos) nos preocupa, pero les recuerdo que, como escritor, me puedo permitir la licencia del circunloquio con el sano objetivo de suscitar la reflexión del lector.

Que cada cual responda estas y otras preguntas según su leal saber y entender. Entendiendo, eso sí, que la belleza de la creación humana nunca necesitó de añadidos para producir esa honda emoción estética que distingue un poema de un ripio. Y mucho menos si el ripio es básicamente innecesario.

Si el caso es que la actual entrada no satisface a nadie, me pregunto entonces por qué la puerta de Bibarrambla se pudre olvidada en medio del bosque. ¿Sería acaso una locura integrarla en un conjunto con el que -mira tú por donde- coincide estética e históricamente. Una puerta nazarí en un monumento nazarí ¡Qué idea tan descabellada! Donde se ponga el hormigón que se quite la lógica, que se quite el sentido común, que se quite la sensibilidad, que se quiten los árboles del amor, el perfume de las adelfas, los cipreses, los arrayanes... 

Total, si ya lo hemos hecho con la Vega, ¿qué nos impide seguir con la Sabika?
Hasta donde alcanza mi torpe entendimiento, tengo la vaga idea de que un cargo público no es una carta blanca.  

Jose Luis Gärtner